La gestación y nacimiento de una familia en tiempos de corona
Todos los días al toparme con la puerta de la nevera, veo aquellos mensajes de cariño que recibí por parte de algunos miembros de la Mafia Latina cuando me encontraba en confinamiento a causa del corona en vísperas de Rosh Hashana. Ahora que estoy a una semana de irme del Mercaz Klitá, (Centro de Absorción), y veo todos esos mensajes, me es inevitable no sentir cierta nostalgia por una etapa que termina, pero al mismo tiempo son una prueba fiel de que hice una familia en Israel.
Desde mi visión como antropóloga, el hecho de sentirte parte de un grupo es algo que cualquier ser humano debe de hacer para la adaptación social, pero desde mi visión como Olá jadashá el tener un grupo social, es algo que obligadamente se tiene que vivir durante los primeros meses que se llega a Israel.
Aunque en tiempos de COVID, donde tal pareciera que el distanciamiento y el confinamiento crean brechas sociales, en mi caso no fue así, ya que tuve la fortuna de contar con una red de apoyo y de contención que me ayudó a adaptarme a la sociedad israelí, que en su momento cuando llegué me era totalmente ajena y desconocida. Ese grupo del cual recibí cobijo y apoyo, se llama Mafia latina.
“Al menos yo, caí en dos crisis emocionales en los que pasé por distintos tipos de frustración. Una de ellas el idioma, y la otra durante mi confinamiento a causa del COVID, por lo que dificultó aún más mi adaptación social, cuando de por sí, mi situación era bastante compleja. …”
Pero vayamos al génesis de su historia, ya que es digna de ser contada y conocida. Todo comenzó cuando mi esposo y yo llegamos (el 3 de marzo del 2020), justo cuando el mundo atravesaba una crisis sanitaria a causa del COVID 19, momento en el que el Estado de Israel por primera vez en su historia decretará confinamiento en todos los hogares. Muchos Olim jadashim provenientes de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Uruguay, México y Venezuela, nos fueron implementadas nuevas reglas, como el confinamiento y distanciamiento social, y sólo se nos permitía salir para lo estrictamente necesario, o en su caso, en las áreas comunes dentro del Mercaz.
Algunos latinos nos topábamos en áreas comunes y nos preguntábamos unos a otros lo que nos iba a deparar aquella situación tan extra-ordinaria. A la semana, a una compañera se le ocurrió la idea de abrir un grupo de WhatsApp llamado, Latinos en cuarentena, con la finalidad de estar informados de todo lo que acontecía en torno a la pandemia, y por ende dentro del Mercaz.
Si bien, el grupo se creó con fines informativos, con el paso de los días se convirtieron en dosis diarias de buen humor, las cuales nos cambiaban la forma de ver la realidad, en contraste con todo lo que se veía afuera en noticieros y redes sociales donde reinaba el miedo y la histeria mundial. Posteriormente, al no tener nada que hacer y con la efervescencia emocional de ser recién llegados al país, algunos nos reuníamos en las tardes o en las noches para platicar de lo irónico de nuestra situación.
A las tres semanas de la cuarentena, surgió la iniciativa de llevar a cabo actividades recreativas y deportivas, por lo que se comenzaron a dar clases de zumba, yoga y crossfit. Cabe señalar, que dichas actividades se extendieron durante todo el periodo que duró el Ulpan, sumándose personas que no necesariamente eran latinas. Fue así, como el grupo de latinos evolucionó, hasta crearse cierta fama dentro del Mercaz y ubicarnos bajo el nombre de La mafia latina.
Todo esto que cuento puede parecer que fue una evolución de miel sobre hojuelas, pero en realidad para muchos fueron periodos de crisis emocionales que a cada uno le tocó experimentar en distintos niveles. Al menos yo, caí en dos crisis emocionales en los que pasé por distintos tipos de frustración. Una de ellas el idioma, y la otra durante mi confinamiento a causa del COVID, por lo que dificultó aún más mi adaptación social, cuando de por sí, mi situación era bastante compleja.
Sin embargo, gracias a todas esas reuniones nocturnas, cumpleaños, festividades, y actividades recreativas como el crossfit y zumba, convocadas por algunos miembros de la Mafia, fueron un bálsamo que alivió mi proceso emocional más fácilmente conforme pasaban los días. Pude darme cuenta que mis otros compañeros estaban pasando también por sus respectivas crisis, y que el grupo de la Mafia les ayudó a no sentirse solos en el camino, de esta manera, la empatía fue la columna vertebral para que el grupo estuviera unido por mucho tiempo.
El hecho de sentirte escuchado y el hecho de saber que otros están experimentando emociones similares a las tuyas, ayuda a que la carga sea más liviana en el proceso de aIiá. Lo que quiero destacar también es que, con la Mafia, no sólo recibí apoyo en el plano emocional, sino también para facilitar mi inserción social al país.
De todas las veces que recibí su ayuda, puedo recordar infinidad. Puedo citar, por ejemplo, el más reciente, cuando los caballeros de la Mafia nos ayudaron a mudarnos de departamento. Otro, cuando una compañera de Colombia, con tremenda paciencia me ayudó a estudiar para varios exámenes de hebreo. Una amiga de Argentina, al saber que no dominaba el hebreo, se dio a la tarea de mandarme vacantes acordes a mi perfil, y así pude conseguir mi primer empleo.
Una anécdota que me gustaría contar fue cuando una familia, que estuvo en confinamiento dentro del mercaz a causa del COVID por poco más de un mes, en algunas ocasiones mi esposo y yo, les hacíamos el super y se los llevábamos a la puerta de su hogar. Resulta que dos meses después, nosotros tuvimos que estar en su misma situación de confinamiento.
Esa misma familia que en su momento ayudamos, nos ayudaron después a ir al super y a sentirnos anímicamente bien. Siempre se me quedará grabada la escena cuando el padre de familia y su hijo nos fueron a tocar el shoffar a nuestra puerta, mi esposo del otro lado sin poder salir de casa, no pudo contenerse y lloró de la emoción.
En tiempos de COVID, a pesar de que el virus provocó nuevas formas de relacionarnos con el otro, paradójicamente en este grupo ocurrió un fenómeno algo peculiar, pues las relaciones interpersonales y humanas se fortalecieron, creando en algunos casos lazos de amistad, fortaleciendo valores como el amor, fraternidad y tolerancia.
La Mafia fue un enorme colchón para que el impacto a una nueva realidad no fuera tan duro, nos ayudó hacer catarsis emocional en muchos momentos, donde todos pasamos por distintos tipos de situaciones complejas. Nueve meses han pasado desde que nos conocimos, curiosamente el mismo tiempo que lleva el gestarse un bebé que estuvo bajo la protección y cobijo dentro su madre, como fue el mercaz para nosotros. Ahora que ya nacimos, estamos listos para dar nuestros primeros pasos afuera e iniciar una nueva etapa.
“En tiempos de COVID, donde tal pareciera que el distanciamiento y confinamiento crea brechas sociales, en mi caso resulta que no fue así, pues tuve la fortuna de contar con una red de apoyo y de contención que me ayudó a adaptarme a la sociedad israelí, que en su momento me era totalmente ajena y desconocida. Ese grupo del cual recibí apoyo se llama Mafia latina.”
Seguramente algunos Olim Jadashim coincidirán conmigo que, nunca olvidarás los primeros amigos que te cobijan cuando llegas al mercaz. Para algunos representen los primeros contactos para el trabajo, otros se vuelven amigos, para otros en cambio, son sólo personas con las que convives diariamente en casa y se pone a prueba tu temple y tolerancia. Desde mi experiencia personal, puedo decir que la Mafia Latina es como la extensión de una familia.
Finalmente, no quiero dejar de mencionar, el papel tan fundamental que tuvo la Oleí de Raanana con cada uno de nosotros durante todo este proceso. Aprovecho el medio para agradecer a ese excelente ser humano, llamado Luli, que para mí, es como la Mujer Maravilla, en momentos de crisis ella siempre salía al rescate. De lo más básico hasta lo más inusual que fuera nuestro problema o petición, movía cielo, mar y tierra con todos sus contactos para ayudarnos.
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