Desde la diáspora, a veces “Be shana abaa birushalaim” (el año que viene en Jerusalem) se siente a veces con tanta fuerza, que coloca en la balanza la pena del desarraigo y la ilusión que provoca el vivir en eretz Israel. Entonces surge la idea de convertir el deseo en realidad y hacer aliá.
Acá en Argentina es conocida la frase, “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Pero esta vez, una amiga -con un nudo en la garganta- me contó que habían iniciado los trámites para en tan sólo 6 meses, irse a vivir a Israel, junto a sus hijas de 9 y 5 años.
En realidad, la idea de ser “olim jadashim” (nuevos inmigrantes) lo venían hablando desde hace dos años. Sus palabras me sonaron convincentes y a la vez llenas de dudas y miedos. Estaba empezando a cerrar cuarenta años en su querida Argentina ¡Mamash kashé! ¡Muy difícil!
Se me ocurrió proponerle que comparta con los seguidores de Piedra Libre sus primeros pasos para este nuevo proyecto familiar y los sentimientos que los motivaron a decidir hacer aliá, ahora. Ella aceptó enseguida, sólo que me pidió no dar a conocer su identidad ¿los motivos? poder terminar de contar la noticia a sus afectos, conocidos y trabajos. Acepté.
Dos semanas después, nos juntamos a tomar un café en la confitería de Cissab, nuestro club -en el que nació nuestra amistad-. Me sorprendió con un renovado look en su pelo, pero sobre todo su cambio lo percibí en el entusiasmo y expectativas que la invadía, aunque mezclada con algunas lágrimas que le brotaron durante la entrevista.
LA DECISIÓN
Mi marido me planteaba hace varios años la posibilidad de irnos de Argentina, porque más allá de la situación económica adversa, no le gustaba lo social. Mi respuesta era “yo al único lugar que me iría es a Israel” y dejábamos allí el tema.
En lo personal siento irme por lo social, por la política. La sensación es que pasamos horas y horas trabajando, fuera de casa, la luchamos día a día y de igual modo, tenemos problemas económicos. Por otra parte, sé que en todos los países hay coimas, pero en la Argentina se naturalizó la corrupción.
Hace unos 4 meses le pregunté a mi marido si su deseo de ir a vivir a otro país iba en serio y me dijo que sí. Mi respuesta fue: “entonces averigüemos para hacer aliá y así darles otras posibilidades a nuestras hijas”.
¿POR QUÉ ISRAEL?
Porque la última vez que estuve fue en el ´96 por tres meses y sentí que estaba retornando a casa. Para mí es muy importante que mis hijas aprendan la tradición de nuestro pueblo. Ambas van a un shule pero, lamentablemente, por una cuestión económica no podríamos mandarlas el año que viene.
LO MÁS IMPORTANTE, EL FUTURO DE SUS HIJAS
Mi hija menor tiene casi 6 y la otra 9. No nos costó contárselos porque nos asesoramos con una psicóloga. Sentíamos que precisamos orientarnos sobre el modo de transmitirlo. La licenciada nos dijo que lo hagamos con las mismas palabras que se lo contamos a ella. Nos sugirió que se los digamos con tiempo para que, al igual que nosotros tengan tiempo de procesarlo. Las reunimos y les dijimos que habíamos tomado la decisión de ir a Israel para buscar un futuro mejor para nosotros y para ellas y que deseábamos con muchas ganas de que nos vaya bien. Es la apuesta por un bienestar de la familia.
Hablamos con las maestras, que constantemente nos cuentan cómo lo están llevando ellas y las contienen mucho.
REACCIONES DE SUS HIJAS
La más chiquita pensó que era por unos pocos días y la más grande se puso a llorar, vino a sentarse a upa mío, buscando mi abrazo. Luego empezaron a preguntarnos, cuándo nos iríamos, donde viviríamos y les fuimos respondiendo en la medida que sabíamos. Siempre con la verdad y también entendiéndolas. Para la chiquita es una aventura, pero la más grande, que ya tiene vínculos fortalecidos, sabemos que separarlas de sus amigos es muy difícil. Por eso les enfatizamos que nosotros, sus papás, también nos vamos a separar de nuestros afectos, que sentimos miedo, pero que se mezcla con las ganas de vivir esta nueva experiencia.
La más grande me decía: “mamá hay amigas que no van a poder viajar a visitarme” y yo la fui calmando diciéndole que nosotros podemos volver de visita o decidir volvernos, que vamos a probar. Le destaqué que existe el WhatsApp y la tecnología para comunicarse. A veces está triste, enojada, otras siente curiosidad y me pregunta palabras en hebreo. Con el correr de los días se van contagiando por suerte con la idea. Ambas organizan fiestas de despedida y el dejar regalos para todos, amigos, morot.
ANOTICIAR A LOS AFECTOS
El día que tomamos la decisión, se lo contamos a nuestro amigo más cercano y lloré toda la noche. Era un llanto entre alegría de hacer aliá y el llanto de dejar a los sentimientos que tenemos acá. Después decírselo a la familia fue fácil. Mi papá lo primero que hizo fue decirnos:
“vayan y después vamos nosotros”. Él es bastante mayor, pero uno nunca sabe. Cuando se lo dijimos a nuestra familia de Israel se pusieron felices y ya están esperándonos, averiguando por colegios y por la reválida de mi título. Lo más difícil fue contárselo a los amigos. Los más cercanos nos apoyaron totalmente, diciendo que seguro vamos a estar muy bien y que estaremos en contacto. Pero otros, se sorprendieron y nos cuestionaron. Me decían: “¿están seguros? y yo les respondía que sí. Los amigos verdaderos no se pierden (se emociona), hacen planes para visitarnos. Les estamos dando una buena excusa para ir a Israel y vamos a estar esperándolos.
PRIMERO PASOS DESPUÉS DE LA DECISIÓN
Lo primero es averiguar la documentación que precisamos, partidas de nacimiento, certificado de judeidad. Como no estamos casados, presentamos un acta de convivencia, pasaportes actualizados. La verdad es que es un trámite sencillo, corto y es bárbaro porque se sube directo a un portal de Israel que se contacta directo con Sojnut de tu país. Lo próximo es la reunión en la Sojnut. Hay un teléfono de habla hispana o portuguesa que te orientan. Las veces que tuve dudas fue genial, están ahí para darte una mano.
Este proceso lleva poco tiempo, si los papeles están en orden.
UNA PUERTA SE CIERRA Y OTRA SE ABRIRÁ
Estamos empezando de a poco a cerrar nuestra vida acá. Vamos a esperar que las niñas finalicen el shule en diciembre. La más chica termina el jardín y queremos que viva su fiesta de egresados. En el trabajo quiero avisar con anticipación suficiente, al menos dos meses antes, pero no puedo quedarme sin trabajo hasta que completemos el trámite y sepamos la fecha en que viajaremos. Dejar de venir al club, es de las cosas que me cuesta mucho, pero trato de conectarme con lo tanto que nos espera en Israel.
LO IMPRESCINDIBLE PARA LLEVAR EN LA VALIJA (Y EN EL CORAZÓN)
Desde lo afectivo, alguna carta que me escribió mi papá, fotos con mis hermanos, dientes que se le fueron cayendo a mis hijas, el primer mechón de pelos de ellas, la muda con la que salieron del sanatorio. Desde lo material, llevaré mis carteras y las botas, que van conmigo a todos lados. También aquellos libros que aprecio.
FANTASÍAS SOBRE SER OLÉ JADASH
Con mi marido fantaseamos con vivir en un lugar con playa. En Argentina pensamos en Mar del Plata y al final nos vamos nada menos que al Mediterráneo. Sueño viajar por todo Israel. Sobre todo, como te dije antes, educar y que crezcan nuestras hijas allí. Me imagino caminando por la tahielet (costanera) que es algo que siempre me encantó hacer en la costa argentina. Quiero bailar en las harkadot, me contaron que se baila en las calles. Ya quiero estar ahí. Al llegar al aeropuerto sé que nos recibirá alguien de Sojnut para ayudarnos con los primeros pasos. Vamos a ir en un comienzo al Merkaz Klitá para que mis nenas puedan estar con chicos en su misma situación. 6 meses podemos quedarnos ahí. En cuanto a lo laboral ya me contacté con varios profesionales, por la reválida de mi título y estoy tranquila porque es viable que pueda trabajar en mi profesión. Mi marido es analista de sistemas y hace muchos años que no ejerce y su idea es trabajar en una fábrica.
EL NUEVO HOGAR
Me imagino mi casa en Israel con una aspiradora super moderna, que siempre quise tener y nunca tuve. Comenzaría poniendo fotos de mis afectos y visitando a la familia. Allí están mi tía, mis primos y sus hijos. Quiero estar cerca y acompañados por ellos. Gente que no conocía ya se brindan para apoyarnos en este camino.
EL NUEVO IDIOMA
Por suerte los cuatro nos defendemos bien con el hebreo. Yo hice hasta el secundario, mi marido entiende y nuestras hijas van al shule. De igual modo, arrancamos en breve a tomar clases para viajar lo más preparados posibles. A los 4 años fue mi primer viaje a Israel, una edad parecida a la actual de mi hija menor. Recuerdo que había una nena que me contaba en hebreo que tenía un pollito y yo le contaba en español que mi mascota era una tortuga. Eran diferentes idiomas, pero nos entendíamos.
LA TZAVÁ
(hace una larga pausa) Sé que mis hijas estarán en el ejército y creo que, como todo padre, siento miedo. Yo no fui a la tzavá y la desconozco. Me angustia saber que no las veré por largo tiempo y que las pueden enviar a la frontera. Pero también sé que todos la hacen con orgullo de defender a su país. Entonces, si mis hijas lo sentirán, cómo no lo voy a sentir como madre, cómo no vamos a apoyarlas.
BITAJÓN (SEGURIDAD)
Cuando estuve en el ´96 no vi gente preocupada por posibles atentados o de seguridad. Algunas veces sonaba un altavoz advirtiendo sobre mochilas abandonadas, pero en la gente no se veía preocupación. Recuerdo que me sentía cuidada cuando me revisaban antes de entrar a un shopping, cuestión que en Argentina no sucede. Nos tendremos que ir acostumbrando a un nuevo modo de vivir. A las nenas seguramente les costará más, pero todas estas normas son para protegernos y hacernos sentir más seguros. Con sinceridad, en la Argentina hay inseguridad. Se camina por la calle con miedo a que te roben y se debe cuidar a las niñas especialmente. Una vez alguien me dijo en Israel: “sabé que la mishtará (policía) es tu amiga”. En cambio, en Argentina siento que no es así.
VIVENCIAR LOS JAGUIM (FESTIVIDADES) EN ISRAEL
Hablo con mucho entusiasmo con mis hijas de eso. Me preguntan si allí en Purim los adultos se disfrazan y le dije que sí. Ya retornaremos a Israel, nos disfrazaremos y estaremos a donde se viven nuestras tradiciones.
LOS AFECTOS Y LA DISTANCIA
No es la primera vez que viviré lejos de mi lugar y mi gente. Tuve mi experiencia en España, en la que pude afrontarlo. Hoy por hoy con el WhatsApp y las redes sociales, es más sencillo de llevar. Tengo a mis tías y primos en Israel y te aseguro que, a veces, hablo más con ello que con familiares de acá. Sin duda, voy a extrañar mucho el juntarme con mis amigos en una casa a comer pizza, hacer asados en el club, ir a caminar con amigas. Me gusta que los argentinos somos amigueros, recibimos o vamos constantemente a otras casas. En otras sociedades no es tan así, al menos en mi experiencia, vas a bares. También echaré de menos la carne argentina, adoro comer lomo, sé que allá hay restaurantes argentinos y quiero que me pasen ya los datos (risas). Seguro que voy a extrañar los dulces: alfajores, chocolates, pero... ¡conoceremos nuevos sabores.! Si no, ya pensé que cocinaré el dulce de leche típico de Buenos Aires.
SENTIMIENTOS A FLOR DE PIEL
Siento que desde que tomamos esta decisión recibimos apoyo, tanto de nuestros afectos como por parte de la Sojnut. Nos gratifica no sentirnos solos y que hay toda una red que nos contiene. Estamos totalmente convencidos, acompañados y muy felices de la decisión que estamos tomando.
Para cerrar, con envidia sana, te consulto: ¿Qué es lo primero que vas a comer en Israel, de sus delicias típicas?
¡Falafel! ¡los esperamos para compartirlo!
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